El Movimiento Sacerdotal Mariano
según
el P. Esteban Gobbi
Es natural hacerse esta pregunta: ¿pero qué significado tiene este Movimiento hoy en la Iglesia? Entre muchísimas asociaciones que trabajan, a todos los niveles, ¿cuál es su función en la vida eclesial?
A la pregunta me parece que debe darse esta respuesta sencilla: El MSM es una ayuda que la Madre celestial hoy ofrece a la Iglesia, para que se dé cuenta de su presencia materna, sea consolada en medio de grandes sufrimientos, y se sienta siempre rodeada del amor y de la oración de tantos hijos suyos.
Con el MSM, la Virgen quiere ofrecer a la Iglesia una ayuda válida para superar la dolorosa crisis de la purificación que está viviendo en estos tiempos.
A causa de esta crisis se ve que Ordenes y Congregaciones religiosas, una vez florecientes, atraviesan ahora momentos de particular dificultad.
Con su Obra la Virgen desea ayudar a todos a superar con Ella los momentos actuales de sufrimiento y por tanto invita, primero a los Sacerdotes, después a los Religiosos y a los fieles a consagrarse a su Corazón Inmaculado y a la más grande fidelidad al Papa y a la Iglesia.
El motivo por el cual el Movimiento no tiene ninguna existencia jurídica es porque tal ayuda pueda ser más fácilmente acogida por todos.
En esto está su debilidad, porque, no teniendo una fisonomía jurídica, se encuentra en la imposibilidad de pedir aquella aprobación oficial que podría facilitarle el camino. Pero esta es también su fuerza, porque no imponiendo alguna unión asociativa, facilita a los Sacerdotes y a los religiosos el adherirse.
Si se compara la Iglesia a un gran árbol, diría que el fin del MSM no es de añadir otra rama a las muchas que ya tiene, sino de meter en ella una fuerza secreta que, partiendo del Corazón Inmaculado de María, se difunde a todas las ramas de la Iglesia, ayudándoles a desarrollarse cada uno según la propia función y su particular fisonomía, y comunicando a todos mayor vigor y belleza.
Si además se quiere conocer cuál es la cualidad que mayormente está presente en el Movimiento Sacerdotal Mariano, me parece deber afirmar que es su esencial pobreza.
El Movimiento es tan pobre, que no tiene ni siquiera una existencia suya oficial. Y no existiendo, es natural que no pueda ser de algún modo, catalogado.
Alguna vez, sonriendo, se dice entre nosotros: somos ya más de 100.000 Sacerdotes y decenas de millones de fieles, que pertenecemos al Movimiento Sacerdotal Mariano, pero no se encuentra en ninguna parte la prueba de que existimos.
El Movimiento es tan pobre que no puede ni siquiera poseer medios propios y no tiene la posibilidad de aceptar legados ni bienes. El vive solo de donativos, que la Providencia le envía para afrontar los grandes gastos de la estampación de los Libros y de su difusión. También en esto sin embargo cada centro nacional se regula autónomamente para la vida del Movimiento, en base a los medios que la Providencia pone a su disposición.
El Movimiento es pobre de apoyos humanos, también de aquellos que podrían procurar alegría, consuelo en medio a las inevitables dificultades que se encuentran. Tales podrían ser recomendaciones particulares por parte de los Superiores, elogios y ánimos de las autoridades eclesiásticas y varios otros certificados de méritos.
El apoyo seguro que la Virgen nos quiere dar es su Corazón Inmaculado, y la única carta de recomendación es aquella que se encuentra escrita en la vida de cada Sacerdote, que a Ella se consagra, para que sea así ayudado a llegar a la santidad.
Esta radical pobreza del Movimiento Sacerdotal Mariano debe ser amada, bendecida y vivida por cada uno de nosotros. Porque es la misma pobreza de María, que se refleja en su obra.
Es la pobreza de la Reina del cielo, que se esconde bajo las vestiduras de una sencilla mujer de casa.
Es la pobreza de nuestra Madre Inmaculada toda llena de Gracia, que se rebela en su tan simple y normal modo de vivir, al servicio perfecto de su esposo José y su Divino Hijo Jesús.
La pobreza de María debe reflejarse siempre en esta su Obra, porque también el Movimiento Sacerdotal Mariano debe existir, difundirse y actuar sólo al servicio y como perfecto servicio de amor a la Iglesia.
He aquí porque el Movimiento no debe tener ni siquiera una existencia propia: el puede vivir solo en la vida de la Iglesia y al servicio de la Iglesia.
La Iglesia, en esta manera, puede verdaderamente ser ayudada a llevar su gran Cruz, en estos momentos sangrientos de su purificación, y de la Luz que el Corazón Inmaculado le da, por medio de tantos hijos predilectos suyos, es sostenida para llegar a su más grande esplendor.
“Así, a través de vosotros que me habían respondido, mi Luz siempre más se difunde en la Iglesia, y la Iglesia recibe vigor y confianza, fuerza y nuevo empuje para la evangelización y la salvación de todos los pueblos de la tierra”.
(14 de noviembre 1980)
Don Stefano Gobbi